El caso de Elsa Malpartida ha puesto en tela de juicio -una vez más- la calidad de moral de algunos integrantes del partido de Ollanta Humala. Resulta que la actual parlamentaria andina, según documentos y testimonios recogidos por El Comercio en su edición del 01-11-09, perteneció, entre 1989 y 1994, a las filas de Sendero Luminoso.
(…) Elsa Malpartida Jara (48) fue integrante de Sendero desde 1989 y sirvió a las huestes terroristas de “Artemio”(el prófugo cabecilla del llamado Comité Regional Huallaga) en calidad de mando logístico del caserío El Milagro (a 25 kilómetros de Tingo María), donde vivía y tenía sus parcelas de hoja de coca. Según información a la que accedió este Diario, la ex dirigente cocalera dejó esa organización en 1994 cuando se acogió a la llamada ley de arrepentimiento, que permitió a miembros de grupos terroristas librarse de la cárcel a cambio de confesar sus delitos y brindar información a las autoridades.
Lo publicado por El Comercio dejó entre las cuerdas a Malpartida, quien luego de negar el hecho, no tuvo más remedio que reconocerlo.
Tras arrepentirse de su paso por Sendero y brindar información a las autoridades, se hizo dirigente cocalera, promoviendo y protagonizando hechos de violencia en su cerrada defensa al gremio que destina, como bien recuerda Fernando Rospigliosi, el 98% de la coca que cultiva al narcotráfico.
Después de la publicación de El Comercio el domingo 1 a Malpartida no le quedó más que admitir que era cierto. Pero trató de disfrazar su participación en las filas senderistas diciendo que la habían obligado.
No obstante, su larga participación en el grupo terrorista pone en tela de juicio esa afirmación. Como es obvio, Malpartida no es parte de “la masa”, como dicen los senderistas, no es una carnerita a la que puedan arrastrar durante tanto tiempo.
Malpartida se incorporó a SL en el momento del auge de ese grupo terrorista en el Alto Huallaga (ataque y destrucción de la comisaría de Uchiza) y cuando las relaciones con el narcotráfico marchaban sobre rieles. Y se salió cuando el Ejército los había derrotado, reduciéndolos a su mínima expresión. En ese momento también el negocio del narcotráfico caía en picada porque los cárteles colombianos habían empezado a sembrar grandes extensiones de coca en su país.
Aquí viene el problema: Supuestamente la ley de arrepentimiento garantizaba secreto sobre la identidad del informante y sus testimonios ¿violó El Comercio alguna de estas normas o puso en riesgo la vida de Malpartida al publicar la información? Por otro lado, Malpartida es una parlamentaria andina y tiene historia de cocalera violentista y defensora (o que al menos justifica) de que los cultivos de coca vayan al narcotráfico. En ese contexto, ¿no era acaso relevante saber que militó en SL y, más aún, no es necesario conocer en qué tipo de acciones estuvo involucrada?
Quizá un poco de honestidad al principio de todo, le habría significado no tener que pasar por este fastidioso episodio.
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