Con esto de los insultos del presidente boliviano, recordé un reciente episodio protagonizado por este en la mismísima ONU. Hace algunas semanas, Evo se paró en la sede de este organismo a reclamar «derechos humanos» para la tierra. Para la pachamama para ser más específicos. El desubicado mandatario, que acaba de decirle chabacano al presidente peruano (y ojo que yo también pienso que Alan García es medio chabacano cuando le conviene, pero que se lo diga Evo es como tener al burro hablando de orejas) dijo, textualmente:
«Estoy convencido de que la madre tierra tiene más importancia que el ser humano».
No se rían que así lo expuso. Luego, planteó cuatro «grandes» puntos para comenzar a desarrollar la declaración de los derechos de la tierra.
-Derecho a la vida, a que ningún ecosistema ni especie animal o vegetal sea eliminado por acción de los humanos.
-Derecho a la regeneración de la biocapacidad, reconociendo que la actividad humana no debe afectar a la capacidad del planeta para reproducir sus recursos.
-Derecho a una vida limpia, «porque no sólo los humanos tienen derecho a vivir bien, sino también los ríos, animales, árboles y la tierra misma tienen derecho a vivir en un ambiente sano, libre de envenenamiento e intoxicación».
-Derecho a la armonía y al equilibrio con todo y entre todos, «a ser reconocidos como parte de un sistema en el cual somos interdependientes».
En fin. Huele a panteísmo por todos lados. Pero la ONU aceptó y aprobó una resolución (en cuya redacción colaboró nada más y nada menos que Leonardo Boff) para declarar el día de la tierra. Laureano López, tiene las explicaciones para entender el complicado pachamamismo-ecologismo-biocentrismo-pensamiento Morales:
Con la aparición de la obra de Darwin y su teoría de la evolución biológica, se tuvo otro cambio de paradigma en la cosmovisión humana. El hombre, que había sido exaltado en el Renacimiento, se convertía en una especie más dentro de la evolución de las especies. Algunos autores, como el antropólogo Max Scheler, reflexionaban sobre cuál sería ahora el puesto del hombre en el cosmos. Si Dios ya no era el centro, y el hombre quedaba relegado de su puesto central en la creación, sólo tenía importancia la naturaleza, que con sus leyes de selección natural y las mutaciones genéticas, llevaba adelante un proceso evolutivo.
Y, como para colocarle una cereza al postre, nuestra siempre eficiente congresista Hilaria Supa, ha propuesto al congreso peruano registrar a los chamanes y curanderos que hacen de las suyas en los «pueblos originarios», pidiendo que se les incluya en el sistema nacional de salud.
«Se trata de reconocer el trabajo de los médicos ancestrales y curanderos que hacen ceremonias. Por ejemplo, los que pasan el cuy, el huevo a los niños asustados, los que usan la ayahuasca o la coca para curar», dijo Supa.
Increíblemente, la comisión de salud del parlamento ha dado luz verde a esta iniciativa y el ministro de salud Oscar Ugarte no tiene empacho en decir que está de acuerdo. Los padres de la patria ya tendrán una cosita más en la que perder el tiempo. Agárrense que la doctora Kunti, la hermana Yandú y el indio Ayar se nos vienen con todo ¿Me atenderán gratis si soy asegurado?…