Hace algunas semanas se realizó en Arequipa un evento latinoamericano de acción por la mujer. Cubriendo las conclusiones, encontré el testimonio de Amparo Medina Guerrero, una ecuatoriana, ex miembro del Fondo de Población de las Naciones Unidas, ex-feminista y ex-militante de izquierda, que tenía mucho para decir sobre el tema del aborto. Aquí el diálogo publicado en la edición 38 del Quincenario Encuentro.
«Hay un feminismo comprado por organizaciones con mucho dinero»
Amparo Medina Guerrero es ecuatoriana. Militó, desde los 16 años, en grupos de izquierda. Ya profesional, recaló en el Fondo de Población de las Naciones Unidas. Implementó políticas abortistas y convenció a muchas mujeres de que acaben con sus embarazos. Hoy, a sus 43 años, ha pasado al otro lado de la orilla convencida que el aborto no le soluciona ningún problema a la mujer y constituye un negocio rentable para un reducido grupo de personas e instituciones.
Muchos sectores plantean el aborto como un derecho, bajo la premisa de que la mujer es libre de decidir sobre su cuerpo ¿es cierto este argumento?
Todas las mujeres tenemos derechos, pero ello no justifica que le puedo quitar el derecho de nacer a otra persona que vive en mi vientre. Yo no puedo decidir sobre la vida de esa otra persona, y si bien este argumento sigue en avanzada, yo sé que lo más importante es reconocer el amor materno, que nos empuja a defender a todos los seres humanos. Eso es lo natural. Imagínate si en este momento viene alguien y quiere matar un niño, todos reaccionaríamos ¿cierto? Eso es lo importante.
Otra impresión que existe es que grupos feministas buscan apropiarse de la agenda sobre el aborto ¿qué piensas al respecto?
El feminismo que ha sido comprado por las organizaciones farmacéuticas, por organizaciones como la ONU que les entrega mucho dinero. Es un feminismo vendido a instituciones internacionales y al estar (las feministas) involucradas en un proceso de tipo económico, quieren generar toda una propuesta en torno al aborto como un derecho, desconociendo el dolor que causan a otras mujeres. Una mujer que abortó jamás olvida al hijo que mató. Las mujeres nos embarazamos de hijos, cuando abortamos, abortamos hijos…y ese dolor queda marcado en nuestro cuerpo y en nuestra mente.
Hablaste de mucho dinero involucrado ¿por qué?
Porque todo esto tiene que ver mucho con cuánto ganan en la venta de anticonceptivos, en la venta y promoción del aborto; incluso se vende en partes a los bebés abortados por el colágeno, para hacer jugos y cremas. El aborto es un gran negocio.
Tú has formado parte del Fondo de Población de las Naciones Unidas, acusado de implementar políticas anti-vida ¿Por qué saliste de allí?
Fue por haber evaluado el proyecto aplicado en el continente. Algunos técnicos habíamos dicho que la metodología no funcionaba. Es decir, en vez de bajar los índices de embarazo adolescente, los habíamos multiplicado; en lugar de bajar el número de Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS), las aumentamos –antes eran 5 en la región, hoy son 55–; y habíamos bajado la edad de inicio sexual de los chicos, de 16 y 17 años a 13 o 14 años. Entonces dijimos que la metodología no funcionaba, porque se invertía en salud reproductiva para bajar embarazos adolescentes, para bajar ETS, para bajar VIH, y logramos lo contrario.
Pero los programas persisten…no muchos pensaron como tú
Otro grupo de técnicos dijo ‘mientras a mi me paguen no me importa’ y el tercer grupo dijo –y hasta ahora se afirma– que como nunca antes se ha hecho una investigación al rededor del tema entonces por primera vez están apareciendo las cifras, dato que es irreal, porque cuando se planteó el proyecto se había hecho un estudio previo donde se habían sacado las cifras, y por eso aplicábamos el proyecto…
¿Qué hicieron?
Nos preguntamos qué había detrás de todo y cuando empezamos a investigar nos dimos cuenta que había miles y miles de dólares detrás de aquel proyecto.
Y entonces lo dejaste…
Salí y fue un primer paso. En otro momento tuve un acercamiento con una amiga mía que abortó. Una mujer líder, revolucionaria, que había estado en frentes de izquierda…cuando quedó embarazada decidió abortar porque creyó que no era el momento de ser madre. Luego fue una mujer que entró a la droga, alcohol, cayó en un nivel de promiscuidad altísimo. Allí descubrí el síndrome post-aborto, pero al primer año no supe como ayudarla. De hecho ella todavía no encuentra un camino para volver.
La experiencia te marcó…
Así es. Yo había ayudado a muchas mujeres a abortar, había ayudado a implementar políticas pro-aborto, pero cuando vives el aborto de cerca y ves cómo destruye a la mujer, te cuestionas y dices ‘esto no está bien’…y eso nos pasa a todas, a las convencidas del discurso pro-aborto, a las ateas, a las de izquierda. Cuando te das cuenta y vives la muerte tan de cerca, entonces dices ‘el aborto no funciona’.
Ahora has pasado “al otro bando” ¿A qué te dedicas actualmente?
Dirijo en Ecuador un proyecto que se llama “Acción Pro-vida”. Hacemos prevención de aborto, buscando mujeres y acompañándolas, diciéndoles la verdad sobre el aborto. Más o menos hay unos 3 mil niños salvados. Luego trabajamos en síndrome post-aborto y por otro lado impulsamos propuestas que eviten leyes pro-aborto.
¿Qué se siente estar ahora del otro lado de la orilla?
Es increíble. Ninguna mujer va a abortar con la mano en la cintura y una sonrisa en los labios. Cuando a una mujer la ves y le dices ‘aborta’, pues la ves acongojada. Cuando salen del abortorio, ves en ellas un dolor profundo…saben que adentro dejaron alguien que era su hijo y eso te marca el alma. Por el contrario, cuando a una mujer que quiere abortar le dices ‘espera, yo te ayudo’, es distinto. No he visto ninguna mujer que haya venido a mi oficina (de las 3 mil que pasaron por ahí) que me diga ‘por su culpa estoy mal’, al contrario, me dicen ‘gracias a usted mi hijo está aquí’. Eso es algo inenarrable…no tiene palabras.
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Esto no formó parte de la entrevista, pero lo coloco porque es importante. Sobre la propuesta de despenalización del aborto en el Perú